Según los datos provisionales publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 se quitaron la vida 4.097 personas en España, lo que supone un aumento del 2,3% respecto al año anterior. Esta cifra representa una media de 11,2 suicidios al día, y sitúa la tasa de suicidio en 8,7 por cada 100.000 habitantes, una de las más bajas de Europa, pero también una de las que menos ha descendido en las últimas décadas.
El suicidio fue la segunda causa de muerte externa en 2022, después de los accidentes de tráfico, que causaron 4.253 fallecimientos, un 3,7% más que en 2021. Además, el suicidio fue la primera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, con 381 casos, seguida de los accidentes de tráfico, con 280 casos. Esta situación pone de manifiesto la vulnerabilidad de este grupo de edad, que se enfrenta a múltiples factores de estrés, como la precariedad laboral, la falta de oportunidades, la presión social, el acoso, el consumo de drogas o las dificultades afectivas.
Por sexos, el suicidio afectó más a los hombres que a las mujeres, con una proporción de tres a uno: 3.042 varones y 1.051 mujeres se suicidaron en 2022. Esta diferencia se explica por varios motivos, entre los que se encuentran el mayor uso de métodos letales por parte de los hombres, la menor expresión de sus emociones, la mayor incidencia de trastornos mentales como la depresión o la esquizofrenia, o la mayor exposición a situaciones de estrés, como el desempleo, el divorcio o la pérdida de estatus.
Por comunidades autónomas, las que registraron mayor número de suicidios fueron Andalucía (789), Cataluña (612) y Comunidad Valenciana (462). Estas regiones concentran el 44,5% de la población española, y también presentan altos niveles de paro, pobreza y desigualdad social, que pueden influir en el aumento de la desesperanza y la desvinculación de las personas. Por el contrario, las que tuvieron menor número fueron Melilla (3), Ceuta (2) y La Rioja (25)1. Ceuta fue la única comunidad donde se redujeron las muertes por suicidio en 2022, pasando de 4 a 2 casos, lo que supone una disminución del 50%. Según el Observatorio del Suicidio en España, esta bajada puede deberse a la puesta en marcha de un plan de prevención del suicidio en la ciudad autónoma, que incluye medidas de sensibilización, formación, detección precoz y atención a las personas en riesgo y a sus familiares. Este plan es un ejemplo de buenas prácticas que podrían replicarse en otras comunidades.
El aumento de los suicidios en España refleja la necesidad de abordar este fenómeno desde una perspectiva integral, que contemple tanto la prevención como la intervención y el posvencionamiento. La prevención implica la promoción de la salud mental, la educación emocional, la identificación de los factores de riesgo y de protección, y la derivación de las personas en situación de crisis a los recursos adecuados. La intervención implica la atención sanitaria, psicológica y social a las personas que han intentado suicidarse o que presentan ideación suicida, así como el seguimiento y el apoyo continuado.
Asimismo, se requiere una mayor implicación de las administraciones públicas, los profesionales sanitarios, los medios de comunicación y la sociedad en general, para romper el estigma y el tabú que rodean al suicidio, y ofrecer una respuesta adecuada a las personas que sufren y a sus allegados. Es necesario que el suicidio se reconozca como un problema de salud pública, que se elabore y se aplique una estrategia nacional de prevención, que se mejore la formación y la coordinación de los profesionales implicados, que se informe con rigor y responsabilidad sobre el suicidio, y que se fomente una cultura de la vida, la esperanza y la solidaridad.