La región del sur de Asia atraviesa uno de sus momentos más tensos en años, luego de que India lanzara un ataque aéreo contra territorio pakistaní en represalia por un atentado ocurrido en Cachemira. El bombardeo, que dejó al menos 31 muertos, ha reavivado el conflicto entre ambos países y llevado a las dos potencias nucleares al borde de una confrontación militar abierta.
El ataque indio fue presentado como una «acción preventiva contra campamentos terroristas», según fuentes del gobierno de Nueva Delhi. Sin embargo, Islamabad condenó la incursión como una «violación flagrante de su soberanía» y respondió rápidamente derribando aviones de combate indios que cruzaron su espacio aéreo.
En un tono desafiante, el gobierno pakistaní advirtió que no dejará el ataque sin respuesta. «Nueva Delhi tendrá que sufrir las consecuencias de sus acciones», declaró un portavoz oficial, dejando entrever que la escalada podría continuar.
El atentado en Cachemira, que India atribuye a un grupo con base en Pakistán, había cobrado varias vidas de miembros de las fuerzas de seguridad indias, desatando una ola de indignación pública y presiones para una respuesta militar contundente.
La comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de las relaciones entre India y Pakistán, dos naciones con armas nucleares y una larga historia de conflictos, especialmente en la disputada región de Cachemira.
