El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el líder de la CDU alemana, Friedrich Merz, manifestaron una postura conjunta para solicitar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, un cese de hostilidades en Gaza y una mayor apertura para la ayuda humanitaria. No obstante, la coincidencia se rompió al discutir la denominación de las operaciones militares: Sánchez no renunció a sus referencias a un posible “genocidio”, mientras que Merz rechazó utilizar ese término, destacando la importancia de emplear un lenguaje “responsable” en el ámbito internacional.
En la reunión también se evidenció otra diferencia: el dirigente alemán reafirmó su oposición al reconocimiento del catalán como lengua oficial en las instituciones europeas, iniciativa promovida por el Gobierno español. Merz defendió que la solución para el multilingüismo en la Unión no es ampliar el número de idiomas oficiales, sino apoyar el desarrollo de la inteligencia artificial para facilitar la traducción automática y asegurar la comunicación entre los Estados miembros.
Así, Sánchez y Merz coincidieron en su presión diplomática hacia Israel, pero al mismo tiempo expusieron sus discrepancias en asuntos políticos y culturales dentro del ámbito europeo.