En un operativo que se cuenta entre los más intensos desde el inicio del conflicto, Rusia lanzó durante las últimas horas un ataque contra Ucrania utilizando 728 drones de diversas clases, sumados a siete misiles de crucero y seis misiles balísticos Kh-47M2 Kinzhal. Esta ofensiva generó una reacción inmediata en Polonia, que movilizó sus fuerzas aéreas junto con las de sus aliados para vigilar y proteger su espacio aéreo ante la proximidad del bombardeo.
Este ataque coincide con el reciente anuncio del expresidente estadounidense Donald Trump sobre el envío de armamento defensivo adicional a Ucrania, acompañado de críticas hacia el presidente ruso, Vladímir Putin. Numerosos analistas consideran que esta ofensiva rusa responde directamente a estas afirmaciones.
En ciudades como Kiev, miles de personas pasaron la noche refugiadas en búnkeres antiaéreos, incluyendo estaciones de metro adaptadas para esa función. El mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, describió el ataque como una «acción demostrativa» y destacó que se produce en un momento delicado, en medio de esfuerzos diplomáticos para lograr un alto el fuego que, afirmó, Moscú sigue rechazando.
Zelenski insistió en solicitar a la comunidad internacional un endurecimiento de las sanciones económicas contra Rusia, haciendo especial énfasis en el petróleo, que —según indicó— continúa financiando el aparato bélico del Kremlin.
