13 de noviembre de 2025.– La presentación del nuevo libro de Luis Rubiales terminó convirtiéndose en un episodio tan insólito como simbólico de la fractura que rodea al exdirigente federativo. El estruendo no vino del debate político ni de las más de 500 páginas del volumen que firma. Llegó en forma de un huevo que estalló contra el escenario.
Rubiales estaba sentado en un taburete, respondiendo preguntas junto al editor Gonzalo Sichar, cuando un objeto blanco cruzó el aire del salón de actos y se estampó a pocos centímetros de él. Después vino el segundo, esta vez directo a la espalda del ex presidente de la Federación, que apenas tuvo tiempo de levantarse, girarse y tratar de esquivarlo. Un tercero terminó de congelar el ambiente, mientras sus acompañantes intentaban protegerlo entre empujones y confusión.
La reacción de Rubiales fue instintiva: un impulso por lanzarse hacia el agresor. Pero la seguridad ya había reducido al hombre, encapuchado y con cascos, que intentaba abrirse paso entre el pasillo de butacas. El asombro llegó después: el atacante era Luis Rubén Rubiales, tío del propio Luis Rubiales, hermano de su padre y de Juan Rubiales, quien en su día también se distanció públicamente del expresidente federativo.
“La suerte es que me han parado. No sé si tenía un arma. Me he asustado mucho. He pensado en los niños que había delante”, declaró Rubiales pocos minutos después, aún alterado. “Que me tiren huevos me da igual. Lo que me duele es que sea alguien con quien me he criado”.
Un libro escrito contra “la maquinaria política”
El incidente eclipsó por momentos el contenido del libro, donde Rubiales vuelca su versión del caso del “besito” a Jenni Hermoso, episodio por el que fue condenado por agresión sexual en primera instancia. El exdirigente defiende que el beso fue consentido y acusa a la jugadora de ceder a la presión de compañeras como Irene Paredes y Alexia Putellas, siempre según su relato, después de los enfrentamientos previos con el grupo de “las 15”.
Rubiales sostiene que el caso fue utilizado como munición política: “Mientras se habla del ‘besito’, no se discute sobre la amnistía”, escribe, en uno de los pasajes más directos. Carga contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y contra Yolanda Díaz, a quienes acusa de haber sacado rédito del escándalo.
Louzán, Tebas y la lista de enemigos
El libro también reserva espacio para un rosario de antagonistas del universo futbolístico. Entre ellos, Javier Tebas, presidente de LaLiga, al que acusa de maniobrar para expulsarlo del mapa: “Tebas batallaría permanentemente para eliminarme del escenario futbolístico español”, afirma.
Pero quizá el retrato más punzante sea el dedicado a Rafael Louzán, actual presidente de la Federación Gallega y sucesor de facto en influencia tras la caída de Rubiales. Al gallego lo tacha de “pelotas”, afirma que su federación “ocupó el dudoso honor del primer puesto en el ranking de deudas” y lo desafía a publicar los mensajes intercambiados entre ambos, porque “así se verá el tipo de persona que es”.
En el libro, Louzán aparece como parte de un entramado de intereses y lealtades volátiles dentro del fútbol español, un escenario que Rubiales describe como plagado de conjuras.
Un acto que terminó en comisaría
Mientras Rubiales continuaba con la presentación escoltado por varios colaboradores, su tío era conducido por los agentes de Policía a dependencias policiales, acusado de un delito de daños. La sala, que minutos antes respiraba expectación editorial, quedó sumida en un murmullo de incredulidad.
Un lanzamiento de huevos, una fractura familiar y un libro que abre viejas heridas dentro del deporte y la política española. El ruido mediático que Rubiales denuncia como una “caza política” se mezcló esta vez con un golpe más íntimo, uno que no venía de los despachos ni de los titulares, sino de su propia sangre.



