El plan presentado por el presidente estadounidense Donald Trump para resolver el conflicto en Gaza y asegurar la liberación de los rehenes ha generado una actitud de optimismo prudente en Israel. Por su parte, el grupo islamista Hamas está siendo presionado por países como Qatar y Egipto para analizar la iniciativa.
La propuesta, respaldada por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, incluye un cese al fuego, la liberación de los cautivos en un plazo máximo de 72 horas y la instauración de una “junta de paz” encargada de administrar la Franja de Gaza. Aún así, la aceptación de Hamas es incierta, ya que algunos representantes han señalado que el plan favorece principalmente los intereses israelíes.
Expertos indican que Hamas probablemente intentará negociar cambios a través de Qatar y Egipto para obtener garantías y mejoras que aminoren las imposiciones del acuerdo, las cuales implican la entrega de rehenes y, hasta cierto punto, la desmilitarización. Si el plan avanza, Netanyahu podría enfrentar tensiones internas debido a la oposición de sectores ultranacionalistas de su coalición.
Las familias de los capturados recibieron la propuesta con un entusiasmo inicial que pronto se transformó en precaución. Durante casi dos años, estas familias han visto fracasar repetidas promesas de repatriación. La participación directa de Trump y el respaldo de países árabes incrementan las posibilidades de que la iniciativa tenga éxito.
En el ámbito político interno, Netanyahu subrayó que el plan cumple con los objetivos de Israel: recuperar a los rehenes, desarticular la capacidad militar de Hamas y garantizar que Gaza no constituya una amenaza futura. No obstante, evitó referirse a la eventual implicación de la Autoridad Nacional Palestina en la administración del territorio o al proceso hacia un Estado palestino, aspectos incluidos en el plan pero controvertidos para su base ultraderechista.
Paralelamente, Hamas afronta un dilema: aceptar el plan implicaría entregar rehenes y armas, debilitando su estructura; rechazarlo podría atribuirle la responsabilidad de prolongar el sufrimiento de la población de Gaza y enfrentar presiones internacionales.
Por ahora, el grupo islamista no ha emitido una respuesta formal, aunque figuras como Mohamed Mardawi han expresado públicamente su rechazo hacia la orientación del plan, al que consideran beneficioso para Israel y potencialmente perjudicial para la región.