La fundación relacionada con Santiago Abascal ha registrado un déficit económico en su último ejercicio, a pesar de haber recibido cerca de 11 millones de euros de Vox durante los últimos cinco años, de acuerdo con la información financiera disponible.
Esta entidad, reconocida como el principal instrumento ideológico del partido de derechas, ha destinado una parte considerable de su presupuesto anual —que ronda el millón de euros— a financiar una plataforma digital. Dicha plataforma, según expertos en comunicación y críticos, difunde contenidos que respaldan la narrativa política de Vox, incluyendo mensajes y desinformaciones dirigidas contra la inmigración y ciertos grupos minoritarios.
Hasta ahora, la fundación mantenía un balance positivo gracias a las aportaciones constantes del partido, lo que le facilitaba incrementar su presencia en medios y ampliar su influencia en diversos sectores de la sociedad española. No obstante, la publicación reciente de sus cuentas muestra un cambio en su situación financiera, marcado por un déficit no registrado en ejercicios anteriores.
Analistas políticos señalan que este tipo de fundaciones funcionan como herramientas para fortalecer la imagen pública del partido, organizar eventos y generar contenido que sostiene su ideología. La gestión de la página web, que concentra gran parte del gasto, ha sido objeto de críticas debido a la difusión de información considerada parcial o incorrecta, lo que ha generado objeciones desde distintos sectores políticos y mediáticos.
Desde la dirección de Vox no se han emitido declaraciones oficiales respecto a las causas del déficit o posibles modificaciones en la financiación de la fundación. Sin embargo, esta situación ha suscitado dudas sobre la viabilidad económica del proyecto y su capacidad para mantener la producción de contenidos en el futuro.
Expertos recuerdan que la entrada en números rojos de la fundación podría llevar al partido a reconsiderar su estrategia de inversión en estas entidades paralelas, que desempeñan un rol clave en la consolidación del mensaje político y la movilización de su base electoral.
Frente a este escenario, la fundación afronta un doble desafío: estabilizar sus finanzas y conservar su papel como plataforma de difusión ideológica, mientras aumenta la atención sobre el impacto social y político del contenido que genera.