Por el Think Tank Hispania 1188
Jesús María González Barceló, Presidente
La Europa que se nos vendió no corresponde a la realidad actual. Se nos describió como una comunidad basada en la libertad, el intercambio comercial, la movilidad y la cultura común. Sin embargo, lo que observamos es una estructura tecnocrática orientada al control y vigilancia social, y a la sumisión institucional. La Unión Europea vigente no es heredera de las civilizaciones griegas o romanas, sino que recuerda más a regímenes autoritarios contemporáneos.
Desde el Think Tank Hispania 1188 afirmamos con claridad que la UE ha fallado a Europa y sus ideales fundacionales. Ha dejado atrás los principios clásicos de libertad ciudadana, ha ignorado el legado ilustrado en favor de la razón sobre el dogma, y ha reducido a los pueblos europeos a meros contribuyentes económicos, consumidores de energía y estadísticas demográficas.
Las normativas europeas que regulan aspectos banales como el tamaño de la aceituna o limitan el uso de efectivo no fomentan la libertad, sino que generan restricciones. Asimismo, la vigilancia financiera y biométrica constante no protege al ciudadano, sino que vulnera su privacidad. La censura algorítmica, la regulación restrictiva de contenidos, la financiación selectiva a organizaciones ideológicas y la marginación de la discrepancia no suponen una lucha contra el odio, sino una limitación del pensamiento independiente.
La actual UE no refleja valores liberales ni europeos en sentido estricto. Más bien, se asemeja a un sistema burocrático autoritario. Tiene comisarios no electos, aspira a ciudadanos sumisos en lugar de críticos, y no reconoce la legitimidad de formas de vida fuera del Estado centralizado.
Se habla de democracia cuando el Parlamento Europeo carece de verdadero poder legislativo. Se promueve un supuesto progreso mientras se introducen leyes que paralizan la innovación y dificultan la supervivencia de pequeñas empresas. Se celebra la diversidad al mismo tiempo que se sancionan todas las voces que no coinciden con los dogmas predominantes sobre sostenibilidad, equidad impuesta y cambio climático.
El anarcoliberalismo representa la oposición más firme
Nosotros, seguidores de Rothbard, Bastiat y Juan de Mariana, somos vistos como una disidencia incómoda para Bruselas. Rechazamos la idea de una moneda digital supervisada, descartamos el Green Deal con tintes neofeudales, y rechazamos cuotas, burocracias y un lenguaje político opresivo. No aspiramos a ser ciudadanos ideales dentro de esta maquinaria burocrática.
Queremos vivir con autonomía, sin restricciones ni temores.
Esta postura ha provocado medidas coercitivas: limitaciones en el uso de dinero en efectivo para garantizar trazabilidad completa, requisitos absurdos para abrir cuentas bancarias, censura y regulación estricta de plataformas y contenidos, financiamiento condicionado a la sumisión y penalización de la excelencia.
La UE ha pasado de ser un espacio común de civilización a convertirse en un ámbito de control digital donde la libertad individual es motivo de desconfianza y la autonomía es vista como amenaza.
¿Quién representa realmente nuestros intereses? ¿El PPE, el PSOE o Los Verdes? Todos forman parte de un mismo sistema deteriorado.
Solo una renovación intelectual, cultural, moral, económica y generacional puede transformar esta situación. Esa renovación comienza en colectivos como Hispania 1188.
Desde aquí afirmamos: no acataremos mandatos globales; no aceptaremos ser vigilados; mantendremos el derecho al dinero en efectivo; defenderemos nuestros datos personales y el derecho individual ante el poder estatal.
Europa no equivale a Bruselas, ni a sus gestores ni a figuras internacionales como Lagarde, Von der Leyen, Soros o los foros de Davos. Europa es la esencia profunda de sus pueblos, el pensamiento crítico y el espíritu de independencia.
Reconstruiremos Europa, no desde sus instituciones burocráticas, sino desde la rebeldía ilustrada de sus pueblos libres.
Aquí comienza la resistencia.
