En una acción que ha reavivado el debate político, el expresidente Donald Trump ha colocado placas con mensajes ofensivos en la Casa Blanca que ridiculizan a sus sucesores, Joe Biden y Barack Obama. Esta medida, aparentemente impulsada por animadversión tanto personal como política, se suma a un historial de críticas de Trump hacia ambos líderes demócratas.
La colocación de estas placas coincide con un periodo en que Trump ha emitido duras declaraciones contra Biden y Obama, incitando dudas sobre sus legados. La galería de retratos de expresidentes que Trump ha establecido en un lugar destacado de la residencia presidencial incluye críticas contundentes hacia Biden, señalado en la nueva placa como «el somnoliento Joe Biden, el peor presidente en la historia de EE. UU.».
El contenido agresivo de las placas continúa con la afirmación infundada de que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas y le fueron arrebatadas a Trump. Este tipo de discursos ha profundizado aún más la división política en Estados Unidos, generando preocupación tanto en el ámbito nacional como internacional.
En cuanto a la placa dedicada a Barack Obama, esta describe al expresidente como una de las figuras políticas más polémicas de la historia del país. La inscripción no sólo destaca su legado político, sino también la controversia que lo ha rodeado, incluyendo la utilización del nombre «Barack Hussein Obama» en un contexto asociado a teorías conspirativas sobre su ciudadanía.
Las biografías breves presentadas en estas placas han sido interpretadas por numerosos analistas como una táctica deliberada de Trump para desacreditar a sus adversarios, mientras ensalza su propia imagen. Las descripciones que acompañan a Biden y Obama son claramente negativas, en contraste con las valoraciones más positivas dedicadas a otros expresidentes como Ronald Reagan y Bill Clinton.
Además de las placas, Trump ha impulsado otros cambios en la apariencia de la Casa Blanca desde su retorno. Entre ellos destaca la construcción de un amplio salón de baile, un proyecto controvertido debido a la demolición parcial de la histórica Ala Este de la residencia presidencial.
Las placas en honor a Clinton resaltan su «destacada» gestión económica pese a los escándalos, mientras que la dedicada a Reagan menciona su victoria en la Guerra Fría y su aprecio por Trump. Estas diferencias en la narrativa parecen buscar fortalecer la imagen de Trump como un líder fuerte y eficiente, en contraste con sus predecesores.
El alcance de estas medidas trasciende la Casa Blanca, reflejando la polarización que ha caracterizado la política estadounidense en los últimos años. Al convertir la residencia presidencial en un reflejo de sus prioridades y legado personal, Trump continúa desafiando las normas tradicionales de respeto y dignidad asociadas a la oficina presidencial.


