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viernes, diciembre 5, 2025
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“¡Ofuscación cerebral o cómo tomarnos el pelo sin sonrojarse!”

Ramón Rodríguez Casaubón

Cuando escuchamos hablar de ofuscación, lo normal es que pensemos en conceptos como trastornarse, confundir las ideas o prácticamente alucinar. Luego está la versión PSOE ante quien, supuestamente, decide poner la bragueta abierta tras salir del baño frente a la cara de sus subordinadas, y que, curiosamente, resulta ser un socialista de cincuenta años que contaba con la confianza tanto del partido como del Presidente del Gobierno. Muy posiblemente sea uno de esos amigos “que se sentían incómodos con el discurso feminista”, a los que aludió Sánchez hace unos años.

La “ofuscación informática” fue la responsable de que las denuncias presentadas contra semejante bajeza de ser humano se paralizaran, eso y el hecho de que se hubiese dado de baja como militante. Sin ningún lugar a dudas, eso es lo que se espera de un partido que defiende la igualdad. Pero “Higualdad” con H mayúscula de “Hijopuchi”, por quedarme corto, como el tamaño de lo que debía haber detrás de la bragueta: los valores éticos.

A este señor, al que acusan de no saber subirse la bragueta tras salir del baño o de escenificar felaciones, lo iban a ascender a “número dos” de la Secretaría de Organización porque no tuvo bastante con los cerca de 100.000 € al año que ganó cuando lo pusieron a dedo —dedo de Sánchez, obviamente— como presidente del Hipódromo de la Zarzuela. O con la remuneración económica actual como gerifalte del palacete de la Moncloa. O con lo que se le pagaba en el Ayuntamiento de Dos Hermanas por no asistir a su puesto de trabajo. ¿Les recuerda esto a lo que ocurría hace no mucho en Extremadura con el hermano de cierto líder socialista?

Cada día que transcurre la figura de Sánchez se emborrona un poco más y de manera más burda. Y quienes le acompañan actualmente ya han “puesto la mano en el fuego” por personajes nauseabundos varios que solo han demostrado ser asquerosos y muy sinvergüenzas. Por ejemplo, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se quemó con Santos Cerdán; o la ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, también achicharrada cuando además manifestó que Salazar era “un compañero absolutamente íntegro”, aunque no quisiera subirse la bragueta hasta tener muy cerca la cara de alguna mujer. Insisto: según denuncia publicada.

Vemos cómo realmente ha nacido una nueva corriente filosófica, el braguetismo, cuyo máximo referente espiritual parece ser Pedro Sánchez. Se basa en la promoción del más baboso hasta las más altas cimas de la política, desde donde se despeñan al intentar observar sus propios “pajaritos”, que previamente han pretendido restregar por el cuerpo de alguna mujer. Todo esto sin sonrojarse y sin mover un solo dedo para proteger a las agredidas. Vemos que en este artículo el dedo de Sánchez cobra gran relevancia, porque ya no es que el dedo señale a la luna, sino a la bragueta del que se apoya mientras se desatiende a las víctimas o se intenta colocar en alguna embajada al baboso.

El braguetismo es un estadio superior del sanchismo, una especie de onanismo ontológico que conlleva el fin de la dignidad personal, pero solo si eres mujer. Si eres uno de esos señores sanchistas, tranquilo, que te recolocamos y te subimos la cremallera.

Esto me lleva a que demasiada gente del entorno socialista me acusa de “meterme” con el PSOE. Pero lo que hago es hacerme eco de situaciones desgraciadamente reales, que avergüenzan a cualquiera que no pertenezca a la secta “braguetista”. Lo que critico son actuaciones que provienen de responsables socialistas de primer nivel que han sido apadrinados por Pedro Sánchez y que deciden tomar la alternativa en el ruedo de la corrupción, cuyos mayores garantes han sido siempre estrellas del PP.

Recordar que Salazar se llegó a encargar de coordinar la agenda institucional del Presidente… ¿habría alguna referencia a los escotes de alguien? La ofuscación socialista es la excusa; la vulgaridad, la referencia; la ocultación, la consecuencia; y así se pierde la decencia.

Como dijera Soul Etspes: “Entre el socialismo y el sanchismo, una bragueta.”

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