Rabat vincula la apertura de las aduanas comerciales a que España defienda al Sáhara como marroquí en Bruselas
Según el diario digital OK DIARIO Marruecos no tiene intención de abrir las aduanas de Ceuta y Melilla a corto ni medio plazo. Rabat sigue insistiendo en que hay complicaciones «técnicas» que impiden poner en marcha el proyecto, tras clausurar las aduanas de forma unilateral en 2018. Sin embargo, en el Ministerio de Exteriores relacionan la negativa de Marruecos con los acuerdos pesqueros y agrícolas que la justicia de la UE acaba de tumbar, reconociendo que Rabat no tiene el consentimiento del Sáhara Occidental para negociar en nombre del pueblo saharaui. Hasta que la UE no reconozca al Sáhara, Rabat hará lo mismo con la europeidad de Ceuta y Melilla.
La reapertura de las aduanas en Ceuta y Melilla tiene connotaciones mucho más allá de las económicas para ambas ciudades autónomas. Las tiene de forma definitiva en el terreno diplomático y geopolítico, ya que abrir puestos aduaneros supone reconocer de facto un territorio soberano de otro país. Y en el caso de Ceuta y Melilla, para Rabat, este es un asunto complejo.
Por ello, explican fuentes diplomáticas, desde Moncloa y Exteriores se entendía que abrir esas aduanas comerciales suponía un punto y aparte en las reivindicaciones territoriales de Marruecos sobre ambas ciudades. La decisión no acaba de producirse, y a Exteriores ya le ha llegado desde Rabat información sobre las causas de ese retraso sine die al proyecto: el enfado de Marruecos y de Mohamed VI con la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea(TJUE) de tumbar los acuerdos pesqueros y agrícolas con Rabat. En la práctica, un revés para sus aspiraciones de soberanía sobre el Sáhara Occidental.
«Marruecos no tiene previsto dar ningún paso que suponga reconocer a Ceuta y Melilla como españolas, y por tanto europeas, hasta que no se arregle su problema con el acuerdo (pesquero y agrícola) y la Comisión admita productos del Sáhara como marroquíes», explican a OKDIARIO fuentes diplomáticas vinculadas directamente con el asunto aduanero. Y en ese proceso, dicen, «Marruecos espera compromiso total de España para que el futuro acuerdo se redacte en Bruselas de acuerdo a sus intereses».
«Relaciones estratégicas»
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha indicado esta misma semana que el Gobierno de España quiere «profundizar en las relaciones estratégicas» con Marruecos, pese a que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) tumbó los acuerdos comerciales de agricultura y pesca porque considera que el país africano no cuenta con el consentimiento del pueblo del Sáhara Occidental.
El Tribunal puso fin de esta forma a un litigio sobre los acuerdos pesqueros y agrícolas, reconociendo al pueblo saharaui unos derechos que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no reconoce al entregar el control de los cielos de la zona a Mohamed VI.
«Respetaremos la sentencia, pero estamos políticamente muy interesados en profundizar en las relaciones estratégicas con Marruecos», ha destacado Planas en declaraciones a los medios en Luxemburgo previas a la reunión de ministros de Agricultura y Pesca de la UE.
Fracaso de Sánchez en Rabat
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, regresó a España tras su visita a Marruecos en febrero sin lograr resolver uno de los temas que Moncloa llevaba años intentando cerrar: la apertura de las aduanas en Ceuta y Melilla. Este proyecto, que supuestamente ya estaba preparado, fue nuevamente pospuesto por Mohamed VI, quien solicitó más tiempo. Según fuentes diplomáticas marroquíes consultadas entonces, no se preveía que las aduanas entrasen en funcionamiento antes de finales de 2024. Este asunto no era menor: la apertura oficializaría el comercio entre las ciudades autónomas y otras localidades marroquíes, lo que implicaría un reconocimiento implícito de la soberanía española sobre Ceuta y Melilla por parte de Rabat.
La delegación española, liderada por Sánchez, compareció ante los medios con un visible descontento tras el encuentro con Mohamed VI. Desde el Gobierno se consideraba que no se habían cumplido las expectativas con las que viajaron tanto Sánchez como el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. A pesar de que el Ministerio de Exteriores aseguraba tener todo listo, incluidas las pruebas necesarias, Marruecos seguía bloqueando la implementación del acuerdo.
Uno de los temas clave que Sánchez llevó consigo a Marruecos, y que su Gobierno había marcado como prioritario durante años, era precisamente la apertura de las aduanas en Ceuta y Melilla. Sin embargo, tras el encuentro con Mohamed VI, el asunto continuaba sin resolverse, a pesar de que se esperaba que este viaje pudiera ser decisivo e incluso permitiera anunciar el esperado acuerdo desde Moncloa y Exteriores.
La importancia de esta cuestión no radicaba tanto en la apertura de las aduanas en sí, sino en lo que significaba. Establecer una vía oficial de comercio entre Ceuta, Melilla y Marruecos tendría poco impacto económico -aunque relevante para las ciudades autónomas-, pero en términos estratégicos y nacionales resultaba crucial. Este paso supondría que Marruecos reconocía, de facto, la soberanía española sobre ambos territorios, un hecho que podría ser determinante en caso de un futuro conflicto sobre la soberanía de Ceuta y Melilla. El simbolismo de la apertura sería comparable al establecimiento de una embajada.
Aunque ambos gobiernos habían acordado hace dos años la apertura de estos puestos fronterizos, coincidiendo con la mejora de relaciones entre España y Marruecos y el reconocimiento por parte de España del plan marroquí para el Sáhara, Rabat argumentó que aún necesitaban realizar más pruebas antes de poner las aduanas en marcha. A pesar de que ya se habían realizado tres pruebas piloto, el Gobierno marroquí llevaba meses retrasando el acuerdo.