Capitán ala triste
Asumir la mentira como algo normal ha calado en el tejido social ceutí con la misma naturalidad con la que se acepta comprobar por la mañana si el día es de Levante o de Poniente. Los hombrecillos con corbata y las mujercitas con traje que ocupan el gobierno se mueven entre la falsedad institucional como un mecanismo sistemático para crear a su alrededor una “verdad”, que no deja de ser una gran mentira disfrazada y maquillada por estos impresentables y sus secuaces medios de comunicación. Todo con el único objetivo de destruir la realidad mediante el empleo de falsedades y engaños que hacen caer al ciudadano en la soledad de la duda, preguntándose si es él el único que los percibe.
En nuestra ciudad, ya hace mucho tiempo que don Pinocho domina el relato. Siempre fue consciente de que era mejor técnica que la de tener que dar cuenta de lo que realmente no se hace, a pesar de haber dicho que se ha hecho, y de hacer lo que nunca se debería haber hecho. Esta técnica no pretende que creamos sus mentiras; lo que realmente pretende es que no nos enteremos de la verdad. Y eso es mucho más grave, porque esa mentira oculta la certeza de su incompetencia, que es la auténtica realidad.
Pongamos algunos ejemplos:
Pueden estar pregonando la necesidad de que la Ciudad Autónoma se convierta en Comunidad Autónoma sin ruborizarse de no haber promovido siquiera iniciativas legislativas en la Asamblea para llevarlas a las Cortes.
Prometen la ansiada construcción de viviendas y, sin embargo, torpedean su desarrollo en suelo municipal. Parece que en la facultad de Económicas no insistieron lo suficiente en la importancia del sector de la construcción como motor de desarrollo económico con alto impacto transversal en otros sectores. Al parecer, el tema de la construcción queda desde hace años para TRAGSA y sus escasos allegados.
Tampoco explican públicamente el destino de los fondos europeos recibidos en la ciudad.
La aprobación de resoluciones en la Asamblea que luego son olvidadas sin que nadie se ruborice se ha convertido en una práctica habitual.
Manejan las subvenciones como si fuesen estampitas a repartir con compromisos entre sus allegados. Este año, por ejemplo, subvencionarán a la sociedad del cubo de Rubí.
Aseguran en sus medios que hay mil ceutíes trabajando en el juego on-line, cuando todos sabemos quiénes son los verdaderos beneficiados de ese negocio y quién no deja de asignarle fondos como supuesto proyecto de futuro.
Sacan pecho en sus medios sobre lo bien que se hacen las cosas en el puerto, cuando las concesiones son personalizadas y “a la carta”. Los puestos de trabajo y despidos se deciden con falsedades palmarias, y los terrenos de zona logística se entregan a amiguetes que desempeñan actividades totalmente ajenas a las que tenían asignadas documentalmente.
Se rodean de sociedades interpuestas dirigidas por consejos de administración y gerentes nombrados por ellos mismos, y aun así quedan exculpados de gravísimas actuaciones, como la entrega de viviendas por cupos de partidos y sindicatos en EMVICESA. ¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso.
Presentan sospechosamente una demanda global para echar a todos los vecinos de Serrano Orive, en lugar de actuar como estaba previsto: caso por caso, en los supuestos de mayor gravedad (mayores de 35 años, propietarios de otra vivienda en Ceuta o arrendadores del piso). El resultado es que hoy esos mismos inquilinos siguen ocupándolas.
Cuando a nivel nacional se describe al actual presidente del Gobierno como un experto en el manual de resistencia y en la creación de falsos relatos que el ciudadano da por posibles, convirtiendo la verdad en algo inoperante, recuerdo perfectamente los muchos años en los que el botón de muestra se encontraba en esta bendita ciudad, y no en Madrid.
No es necesario continuar exponiendo datos que sostienen mi argumento y mi conclusión final:
La única esperanza de esta ciudad es que su club de fútbol suba a Primera División.
