Los avances en los estudios técnicos del túnel ferroviario que conectaría Europa y África bajo el Estrecho de Gibraltar han reavivado el debate en el sur de España. Tras años considerando esta infraestructura como un proyecto remoto, el informe de viabilidad realizado por la empresa alemana Herrenknecht para la sociedad pública Secegsa determina que, pese a las complicaciones geológicas y sísmicas, su construcción es factible.
Con superados, al menos en teoría, los obstáculos técnicos, el debate se centra ahora en las implicaciones económicas y territoriales. Aunque el túnel se presenta como un factor de integración euroafricana y un estímulo para el transporte de mercancías y pasajeros, en Andalucía crecen las dudas sobre el riesgo de que la región quede como un simple pasillo logístico para Marruecos, sin capacidad para generar valor añadido.
Una de las preocupaciones principales es el impacto en el Puerto de Algeciras, un nodo estratégico basado en la ruptura de carga y en la actividad logística, aduanera y de servicios. La creación de un enlace ferroviario directo entre Marruecos y la red europea podría reducir las escalas en suelo andaluz, alterando el equilibrio actual y disminuyendo la relevancia de los puertos en el sur europeo.
Se teme que trenes cargados con productos industriales y zonas francas del norte marroquí atraviesen la península sin dejar un impacto económico considerable en la región, mientras que Andalucía asumiría el coste de mantener sus infraestructuras. El sector describe este fenómeno como un “bypass logístico” que despojaría a puntos clave de su contenido operativo.
Estas inquietudes son mayores ante el crecimiento sostenido de Marruecos como exportador hacia la Unión Europea. Su producción agrícola, especialmente cítricos, ha aumentado y se ha establecido un polo industrial en Tánger, destacando la automoción y, en el futuro, el vehículo eléctrico. Un túnel fijo debajo del Estrecho permitiría reducir tiempos y costes, fortaleciendo su competitividad.
En el ámbito agrícola andaluz, sobre todo en el hortofrutícola, el desafío no solo es la competencia en costes, sino también la rapidez para acceder a los mercados europeos, uno de los pocos elementos que aún distinguen su producción.
Desde un punto de vista técnico, esta obra representaría un reto de ingeniería con un trazado que llegaría a alcanzar casi 475 metros bajo el nivel del mar. Antes de iniciar una construcción definitiva, se planifica realizar una galería de reconocimiento, que podría extenderse entre seis y nueve años, fundamental para confirmar la viabilidad del proyecto.
Los expertos señalan que, aunque la construcción sea posible, las dudas sobre la rentabilidad económica persisten. La fuerte inversión requerirá una revisión estratégica del beneficio real para Andalucía y las políticas complementarias necesarias para maximizar el aprovechamiento de la infraestructura.
La cuestión central es si este túnel fortalecerá el tejido productivo andaluz o si consolidará un modelo en el que la comunidad solo sirva como un territorio de tránsito. La respuesta dependerá de las decisiones en materia ferroviaria, portuaria e industrial en un contexto que redefine las relaciones económicas entre Europa y África.


