El nombramiento de la nueva fiscal general del Estado ha sido acogido con prudencia por parte del Partido Popular y las asociaciones de fiscales con perfil conservador, quienes, por el momento, han optado por no formular críticas abiertas hacia la recién designada. Aunque sus representantes describen este cambio como una continuidad, han evitado las descalificaciones que en otras ocasiones se han producido tras la designación de máximos responsables del Ministerio Público.
Desde el PP manifiestan que se mantendrán «atentos» a la línea que siga la Fiscalía, pero aclaran que no emitirán una valoración negativa sobre la nueva titular hasta analizar sus primeras resoluciones al frente de la institución. De forma parecida, los fiscales con perfil conservador han adoptado una actitud moderada, indicando que evaluarán la dirección de la Fiscalía antes de emitir una opinión más firme.
Esta ausencia de críticas severas contrasta con episodios recientes donde la elección de la Fiscalía General provocó intensas tensiones políticas y corporativas. Esta postura más mesurada concede un margen de tranquilidad temporal a la nueva fiscal general, quien afronta el desafío de afianzar la estabilidad interna y abordar los debates pendientes relativos a la independencia, los recursos y la modernización del Ministerio Público.
