Bernard Kerik, quien dirigió el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) en los atentados del 11 de septiembre de 2001, ha muerto. Fue una figura clave en la gestión de la emergencia tras el ataque al World Trade Center, aunque también se recuerda su posterior caída debido a una condena por corrupción.
Designado comisionado del NYPD en el año 2000 por el entonces alcalde Rudy Giuliani, Kerik alcanzó relevancia nacional durante la crisis del 11-S al coordinar equipos de rescate y seguridad en uno de los episodios más difíciles en la historia reciente de Estados Unidos.
Su carrera pública sin embargo se vio afectada años después. En 2009 fue declarado culpable de varios delitos, entre ellos fraude fiscal y declaraciones falsas ante autoridades federales, lo que conllevó una condena de cuatro años de prisión.
Durante el primer mandato de Donald Trump en 2020, Kerik recibió un indulto presidencial, generando un renovado debate sobre el uso del poder de perdón en figuras políticas y públicas.
El legado de Bernard Kerik es complejo: representa liderazgo en situaciones de crisis, pero también ejemplifica cómo la corrupción puede empañar la trayectoria de quienes fueron considerados héroes.