Los dirigentes europeos se preparan para una reunión crucial en Copenhague, en un contexto de creciente tensión con Rusia y la necesidad de reforzar la seguridad en la frontera oriental de la Unión Europea.
En Bruselas, el tema principal es claro: “El muro antidrones resulta esencial”. Esta idea, repetida en variados encuentros diplomáticos y sesiones informativas previas a la cumbre informal de jefes de Gobierno que comienza mañana en la capital danesa, refleja la máxima prioridad para los países más vulnerables a las amenazas provenientes de Moscú.
El comisario de Defensa y Espacio, Andrius Kubilius, destacó esta cuestión tras su reunión en Helsinki con ministros y el primer ministro finlandés, Petteri Orpo. Este último expresó con claridad un mensaje hacia sus socios del sur: “Durante veinte años hemos brindado solidaridad financiera a los países mediterráneos; ahora es momento de recibir apoyo en materia de seguridad”.
Este mensaje va dirigido especialmente a España, donde aumenta la presión para que participe con mayor compromiso en este proyecto. Fuentes diplomáticas señalan que: “Al presidente Sánchez se le recordarán sus responsabilidades en materia de Defensa”.
La tensión se agrava por episodios como el ocurrido la semana pasada con el avión de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que sufrió un intento de interferencia en su GPS cerca de Kaliningrado. En Bruselas se considera que este tipo de incidentes evidencian que todos los países europeos, desde Tallin hasta Madrid, están bajo la vigilancia rusa.
Por su parte, Moncloa minimiza la polémica. Afirma que la participación española en seguridad es “firme e inquebrantable” y cita como ejemplo la contribución al operativo Centinela del Este de la OTAN. No obstante, el Gobierno evita comprometerse a aportar recursos adicionales o financiación para el muro, un asunto que genera incomodidad en el Ejecutivo y que podría desviar la atención de su agenda centrada en Gaza y la suspensión del acuerdo comercial con Israel.
Mientras Alemania manifiesta reservas y los países del Norte adoptan posiciones más estrictas, la reunión en Copenhague se presenta como un nuevo enfrentamiento entre quienes demandan un esfuerzo conjunto frente a Rusia y quienes prefieren enfocarse en otras prioridades.