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Estudio alerta sobre la capacidad de algunas verduras para absorber nanoplásticos presentes en el suelo

Una reciente investigación experimental ha demostrado que partículas de plástico diminutas, miles de veces menores que un grano de arena, pueden penetrar las defensas naturales de determinadas plantas, acumularse en sus tejidos comestibles y posiblemente llegar a nuestra alimentación. Este descubrimiento plantea nuevos retos en el ámbito de la seguridad alimentaria y la contaminación ambiental.

Nanoplásticos: desde el suelo hasta el alimento

La existencia de nanoplásticos en el entorno es una preocupación creciente para la comunidad científica. Estas partículas, cuya tamaño es inferior al de una célula, se generan por la fragmentación de plásticos acumulados en suelos, ríos y océanos, hasta alcanzar dimensiones casi indetectables.

Su tamaño microscópico les permite infiltrarse y desplazarse dentro de sistemas biológicos, lo que genera incertidumbre respecto a sus efectos en la salud humana y los ecosistemas. Hasta ahora, era complejo confirmar su presencia en cultivos alimentarios debido a las limitaciones de las técnicas analíticas disponibles.

Sin embargo, avances recientes han evidenciado por primera vez que estas partículas pueden atravesar las barreras naturales de ciertas plantas y acumularse en sus tejidos.

El experimento: cultivo de rábanos expuestos a nanoplásticos

El estudio, publicado en la revista Environmental Research y llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Plymouth (Reino Unido), utilizó rábanos cultivados en un sistema hidropónico que contenía nanopartículas de poliestireno.

Las etapas principales del experimento fueron:

  • Exponer los rábanos a una solución que contenía nanoplásticos de poliestireno.
  • Tras cinco días de exposición, analizar las raíces y las partes aéreas de las plantas.

Los resultados mostraron:

  • Casi un 5% de las partículas de nanoplástico presentes en el sistema se concentraron en las raíces de los rábanos.
  • De ese porcentaje, aproximadamente una cuarta parte se localizó en la raíz comestible, la que normalmente se consume.
  • Alrededor del 10% ascendió hacia los brotes y las hojas superiores.

Este hallazgo es significativo porque las plantas cuentan con una estructura llamada banda de Caspary, que funciona como un filtro contra sustancias potencialmente dañinas. Según los investigadores, esta es la primera evidencia de que los nanoplásticos pueden superar esta barrera y quedar retenidos en los tejidos vegetales, con la posibilidad de ser transferidos a quienes las consumen.

Un desafío global que afecta a diversos cultivos

Aunque el experimento se realizó bajo condiciones controladas y se utilizaron concentraciones de plástico superiores a las estimadas en suelos agrícolas reales, los autores indican que el comportamiento observado puede considerarse un principio general aplicable a la agricultura mundial.

Los nanoplásticos presentan las siguientes características:

  • Suficientemente pequeños para traspasar las barreras naturales de las plantas.
  • Pueden penetrar desde el suelo hacia las raíces y desplazarse internamente.
  • Tienen la capacidad de alcanzar las partes comestibles, tales como raíces, hojas y frutos.

Los investigadores enfatizan que no existen indicios de que este fenómeno sea exclusivo del rábano. Otras verduras y frutas podrían estar incorporando fragmentos plásticos durante su desarrollo, especialmente en zonas con elevada contaminación ambiental.

Con la degradación de plásticos en el entorno, se liberan nanopartículas que se integran en el suelo. Desde allí, las raíces de los cultivos actúan como una vía directa para que estas sustancias ingresen en la cadena alimentaria.

Una contaminación invisible y compleja de detectar

Uno de los principales desafíos es que esta contaminación no es perceptible a simple vista. Los científicos identificaron partículas con tamaños entre 20 y 150 nanómetros, pertenecientes a tres familias comunes de plásticos:

  • Polietileno,
  • Poliestireno,
  • PVC (policloruro de vinilo).

Hasta hace poco se consideraba que la fotodegradación (descomposición del plástico por la luz solar) era el principal proceso que generaba nanoplásticos. Esta investigación demuestra que también pueden formarse directamente dentro de la matriz del suelo a través de procesos físicos, químicos y biológicos, sin necesidad de exposición solar.

Estos hechos generan un reto para la agricultura:

  • Los suelos con alta concentración de materia orgánica dificultan la detección de estas partículas.
  • Es complejo controlar su presencia ya que los plásticos pueden fragmentarse continuamente durante largos años.

Para superar estas dificultades, el equipo desarrolló una metodología analítica específica que combina el fraccionamiento por tamaño con técnicas moleculares, permitiendo identificar y cuantificar los nanoplásticos en el sistema.

Implicaciones para la seguridad alimentaria

Los resultados abren un posible canal de exposición humana poco estudiado:

la ingesta de productos vegetales que contienen nanoplásticos acumulados en sus tejidos.

Aún es necesario:

  • Investigar en profundidad los efectos biológicos de estas partículas en humanos y animales.
  • Comprender mejor su comportamiento dentro del organismo.

Los autores alertan que su presencia en cultivos comestibles representa un nuevo desafío para la seguridad alimentaria y la salud pública.

Además, recuerdan que la contaminación plástica no se limita a ambientes marinos ni productos pesqueros:
los nanoplásticos se acumulan también en vegetales, lo que amplía el impacto de esta contaminación a toda la cadena alimentaria.

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