La evolución económica reciente de España refleja un camino con altibajos. Cinco décadas después del fallecimiento de Francisco Franco, el país ha atravesado cambios significativos que han elevado el nivel de bienestar a cotas inimaginables en 1975. No obstante, este desarrollo no ha sido constante y, durante los últimos veinte años, el dinamismo productivo del país ha mostrado signos de desaceleración.
La transición hacia la democracia supuso un punto decisivo. Los Pactos de la Moncloa, firmados el 25 de octubre de 1977, representaron un acuerdo político y económico fundamental para estabilizar una nación afectada por una fuerte inflación y desequilibrios estructurales. Este pacto estableció un plan estratégico para modernizar la economía y enfrentar una nueva etapa.
Sin duda, España goza hoy de mejores condiciones que al término de la dictadura, una afirmación sustentada en décadas de crecimiento, apertura internacional y expansión del Estado de bienestar. Sin embargo, el economista Clemente Polo señala que este progreso convive con otro fenómeno preocupante: casi dos décadas de escaso incremento en productividad y nivel de vida, un estancamiento que inquieta a expertos y organismos internacionales.
El contraste es patente si se considera el 20 de noviembre de 1975, fecha en la que el presidente en aquel entonces, Carlos Arias Navarro, pronunció un discurso largamente esperado por la población. A partir de ese momento, España inició un período tanto convulso como extraordinario de transición política y cambio económico.
Con la perspectiva actual, el balance permanece dual: España ha logrado avances significativos, pero afronta el desafío esencial de recuperar la vitalidad productiva para garantizar un desarrollo sostenible en el futuro.



