Bélgica atraviesa una etapa especialmente complicada en su historia reciente. A la persistente inestabilidad política y a problemas críticos de deuda, se añaden ahora los vuelos casi diarios de drones procedentes de Rusia sobre su espacio aéreo, el incremento del narcotráfico en Bruselas y una iniciativa gubernamental para ofrecer 2.000 euros mensuales a los jóvenes que opten voluntariamente por realizar el servicio militar.
El Ejecutivo, encabezado por el primer ministro Bart De Wever, líder del partido ultranacionalista flamenco N-VA, se encuentra en una situación institucional muy delicada. De Wever, quien anteriormente promovió la independencia de Flandes, mantiene su puesto mientras intenta aprobar unos presupuestos plurianuales que implican un recorte de 10.000 millones de euros. Debido a las dificultades para aprobar las cuentas de 2025, ha solicitado al rey Felipe de Bélgica un plazo extraordinario de 50 días para lograrlo.
Vuelos de drones rusos y creciente inseguridad en la capital
El miedo a un aumento en las tensiones con Moscú se ha agravado tras la detección de varios drones rusos que han sobrevolado bases militares, aeropuertos e instalaciones nucleares. Estos acontecimientos han provocado cierres temporales de aeropuertos y la implementación de protocolos de defensa.
“El Gobierno ha decidido derribar las aeronaves no tripuladas cuando sea posible”, informó el Ejecutivo luego de un Consejo de Seguridad nacional.
No obstante, esta reacción ha sido juzgada como insuficiente tanto a nivel nacional como internacional. Expertos europeos advierten que la vulnerabilidad de Bélgica envía una señal preocupante sobre la estabilidad en el centro de la Unión Europea y la OTAN, cuyas sedes principales se encuentran en Bruselas.
Además de esta amenaza externa, persiste un serio problema interno relacionado con la violencia generada por bandas de narcotráfico. En distintas áreas de la capital se han producido tiroteos y conflictos entre grupos armados que, según una jueza de Amberes, “han consolidado estructuras mafiosas que desafían tanto a las fuerzas policiales como al sistema judicial”.
Algunos testigos han reportado la presencia de individuos de estas bandas portando rifles de asalto en estaciones de metro próximas a instituciones europeas.
Una nación dividida y con creciente endeudamiento
En el ámbito económico, Bélgica enfrenta un aumento continuo de su deuda pública y una crisis de credibilidad institucional que ha afectado su reputación en la Unión Europea. Además, el Gobierno mantiene un conflicto con Bruselas sobre la administración de los 185.000 millones de euros en activos rusos congelados en Euroclear, entidad financiera con sede en la capital. La Comisión Europea propone utilizar parte de esos recursos para la reconstrucción de Ucrania, sin embargo, De Wever ha bloqueado esta iniciativa, preocupado por posibles represalias de Rusia.
En días recientes, varias señales desde el Kremlin, como el sobrevuelo de drones rusos en territorio belga, indican una advertencia directa. De acuerdo con fuentes comunitarias, Rusia busca mostrar que habrá consecuencias si Bélgica autoriza el uso de esos fondos.
Incentivo económico para el servicio militar voluntario
Ante este complejo panorama, el Gobierno ha presentado una medida que ha generado sorpresa en analistas y sindicatos: ofrecer 2.000 euros netos mensuales a jóvenes de 17 años que se incorporen voluntariamente al servicio militar por un año.
El ministro de Defensa, Theo Francken, afirmó en redes sociales que “se invita a los jóvenes a unirse a las Fuerzas Armadas y contribuir a la seguridad del país”. Para 2026 se esperan 500 plazas disponibles, cifra que aumentará a 1.000 en 2027.
La propuesta ha suscitado controversia. Los sindicatos advierten que el plan podría “explotar la precariedad juvenil” y promover una “retórica militarista” en la sociedad. Esta iniciativa se presenta en un contexto de elevado desempleo juvenil y creciente insatisfacción con las condiciones económicas.
Un escenario complejo en el centro de Europa
Con drones sobrevolando su espacio aéreo, una capital afectada por el crimen organizado, una deuda en constante aumento y un Gobierno en situación precaria, Bélgica refleja las vulnerabilidades actuales de Europa.
La que debería ser la capital política y diplomática del continente se enfrenta hoy a presiones externas y problemáticas internas significativas.
