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Ceuta y Melilla destapan las carencias del modelo sanitario gestionado por Mónica García


9 de diciembre de 2025

Ceuta y Melilla se han convertido en el principal agujero negro de la sanidad española. Son las únicas regiones donde el Ministerio de Sanidad mantiene el control directo de todas las competencias y, al mismo tiempo, los territorios con menos médicos por habitante, peores indicadores de salud y listas de espera cada vez más saturadas. Mientras el Ministerio intensifica su discurso contra las autonomías gobernadas por el PP (con la Comunidad de Madrid como referencia constante), los datos oficiales y los informes independientes apuntan en otra dirección: allí donde Sanidad ejerce la gestión sin intermediarios, los resultados no acompañan.

Un laboratorio directo de la gestión del Ministerio

A diferencia del resto del país, donde los servicios de salud autonómicos planifican plantillas, inversiones y tiempos de espera, en Ceuta y Melilla la sanidad sigue centralizada en el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA), organismo dependiente del Ministerio. Se trata, así, del único territorio donde es posible evaluar la gestión del equipo de Mónica García sin mediaciones autonómicas.

La crisis que arrastran ambas ciudades es descrita por sindicatos como “insostenible» y por dirigentes locales del PP como un escenario de “abandono sanitario”. Retrasos, falta de incentivos y contradicciones normativas han convertido a Ceuta y Melilla en el espejo incómodo de un modelo centralizado que no logra estabilizar plantillas ni mejorar resultados.

Listas de espera en máximos: la punta del iceberg

Los datos oficiales muestran que, aunque Ceuta y Melilla no siempre encabezan las peores cifras absolutas, sí concentran algunas de las demoras más altas del país en especialidades clave.

En Ceuta, la espera media para consultas de atención especializada ronda los 100 días, con más del 80% de los pacientes superando los 60 días. En cirugía, Melilla registra cerca de 13 pacientes en lista por cada 1.000 habitantes y tiempos medios de entre 130 y 140 días, mientras que Ceuta se mueve en torno a 70–80 días. Traumatología, oftalmología y varias pruebas diagnósticas figuran entre las áreas más tensionadas, lo que obliga con frecuencia a derivaciones a la península y a pacientes que asumen viajes y estancias de su propio bolsillo.

Déficit de médicos: plantillas al límite

Ambas ciudades se encuentran a la cola nacional en recursos humanos. Ceuta y Melilla disponen, respectivamente, de unos 1,63 y 1,52 médicos por 1.000 habitantes, muy por debajo de la media española, situada en torno a 2,15. En atención primaria, la ratio se reduce a 0,64–0,65 médicos de familia por 1.000 habitantes, también inferior a la de numerosas comunidades autónomas.

Ceuta es, además, el único territorio español que ha perdido médicos en años recientes, mientras el resto del país incrementaba sus plantillas. Ni la catalogación de “difícil cobertura” ni los incentivos prometidos han frenado la fuga de profesionales.

Gasto sanitario: cifras que no reflejan la realidad

Sobre el papel, el gasto sanitario por habitante en Ceuta y Melilla se sitúa en niveles similares o ligeramente superiores a la media nacional. Sin embargo, la estructura de sistemas pequeños y aislados, el elevado coste de derivaciones y el retraso en infraestructuras hacen que ese gasto cunda menos.

Ambas ciudades se sitúan por debajo de la media en camas hospitalarias por habitante y en dotación de centros de salud, mientras otras regiones (muchas de ellas gobernadas por el PP) han reforzado sus redes asistenciales. El resultado: un sistema que gasta lo mismo, pero ofrece menos capacidad asistencial.

Peores resultados de salud y brecha en prevención

Los indicadores de salud reflejan también la fragilidad del sistema. Ceuta y Melilla figuran entre las regiones con mayores tasas de mortalidad general y por enfermedad isquémica del corazón. Ceuta, además, aparece de forma recurrente entre los peores registros del país.

En esperanza de vida saludable, ambos territorios se sitúan en torno a los 69,5 años, casi una década por debajo de la media nacional. En prevención, Melilla ocupa la última posición en participación en programas de cribado de cáncer de mama, mientras que en Ceuta la falta de datos completos ya evidencia una débil organización de los programas de detección precoz.

Un territorio declarado “de difícil cobertura”… pero sin incentivos efectivos

El Real Decreto 118/2023 reconoció que todos los puestos sanitarios del INGESA en Ceuta y Melilla debían considerarse de difícil cobertura, abriendo la puerta a incentivos específicos. Sin embargo, sindicatos y plataformas profesionales denuncian que esos incentivos no se han materializado y que la productividad en enfermería es de las más bajas del SNS. El Ministerio ha llegado incluso a negar que ambas ciudades sean zonas de difícil cobertura, pese a que se cierran camas y servicios esenciales por falta de especialistas.

Para numerosos profesionales, la situación refleja una gestión dominada por el conflicto político. Mientras las críticas del Ministerio se centran en las autonomías de signo contrario, Ceuta y Melilla —los únicos territorios bajo gestión directa del Gobierno— muestran un sistema que funciona con peores resultados, mayores demoras y un deterioro que ni se reforma ni se compensa con recursos suficientes.

El coste final lo asumen ceutíes y melillenses: más años con mala salud, menos acceso a especialistas y tiempos de espera muy por encima de los estándares que el propio Ministerio reclama a las comunidades autónomas.

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