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Ceuta Emociona, una oportunidad mal gestionada

Opinión de MHAM – Ceuta Service

Como ciudadano de Ceuta y propietario de una pequeña agencia de viajes, quiero trasladar mi profundo malestar por el modo en que se gestiona el programa «Ceuta Emociona». Esta iniciativa, concebida para atraer turistas mediante descuentos en transporte, alojamiento y restauración, es excelente sobre el papel. Sin embargo, la realidad vivida por muchas agencias locales dista mucho de esa buena intención.

Durante más de un año y medio intenté adherirme al programa. Presenté escritos, correos y burofaxes. La mayoría de las veces no obtuve respuesta o se me remitía a unas bases poco claras. Solo cuando acudí personalmente al consejero conseguí incorporarme, y eso fue en marzo, con la temporada alta ya comprometida y la mayoría de las habitaciones reservadas con meses de antelación.

Quiero agradecer, no obstante, al consejero de Turismo su buena voluntad por haberme recibido y escuchar mi situación. Ese gesto merece ser reconocido, aunque las soluciones llegasen tarde y la comunicación con la Consejería fuese claramente insuficiente.

A partir de ese momento comenzaron los problemas económicos y burocráticos. Para vender los paquetes tuve que adelantar el coste completo a navieras, hoteles y restaurantes, asumir una burocracia interminable y esperar meses para cobrar una comisión de apenas 15 euros por persona. Tras pagar todos los servicios y aplicar los descuentos, el balance fue negativo. Esto no es una subvención real, sino un descuento financiado por la Ciudad que obliga a los pequeños empresarios a adelantar dinero de su bolsillo, con el riesgo de perderlo todo si algo sale mal. Quienes diseñan estas ayudas parecen no entender la realidad de quienes trabajamos a pie de calle.

Durante el verano y el inicio del otoño, mientras los teléfonos no dejaban de sonar con clientes interesados en venir a Ceuta, yo seguía batallando para que la Administración aclarase su propia gestión. El 25 de septiembre y de nuevo el 2 de octubre remití escritos a la Consejería solicitando una moratoria para poder organizar reservas. La respuesta siempre era la misma: «el asunto está en el departamento jurídico». Pasaban las semanas y los clientes seguían llamando. Finalmente, tras casi dos meses de insistencia, recibí una respuesta de apenas tres líneas recordándome que debía justificar la fase anterior antes de continuar. Esa falta de claridad y empatía demuestra hasta qué punto se descuida al pequeño empresario.

Al revisar las bases reguladoras del programa comprobé que el artículo 4, relativo a las subvenciones para incentivar la llegada de turistas, se centra en enumerar obligaciones para las agencias. En los extractos públicos no aparece un apartado 4.10; es posible que la numeración haya cambiado o que los resúmenes no recojan el contenido completo. Esa ambigüedad normativa incrementa la inseguridad de quienes participamos.

Otro problema es que las convocatorias actuales parecen un simple «copia y pega» de las publicadas el 19 de abril de 2022, sin actualización de normas ni plazos. Al pedir explicaciones sobre la moratoria y la justificación de las ventas, siempre se me respondió que «está en las bases» o que el expediente seguía en lo jurídico. Del 25 de septiembre al 8 de octubre, idéntica contestación, sin una sola aclaración concreta. Esa falta de actualización y transparencia hace imposible cumplir con las obligaciones y pone en peligro a los pequeños empresarios que apostamos por Ceuta.

Además, las propias bases indican que la ayuda cubre el transporte de llegada y salida por vía marítima o aérea, pero cuando consulté la posibilidad de incluir el helicóptero, se me informó de que ese medio no estaba contemplado. Esta limitación resta competitividad y atractivo al destino.

A todo esto se suman problemas personales derivados de seguir apostando por esta actividad. Recientemente me vi obligado a pagar cerca de 5.500 euros a la Recaudación de Ceuta por una infracción que no era mía. Al no localizar a un familiar, se me exigió el pago pese a aportar certificados catastrales que demostraban que esas propiedades no me pertenecían. Tras contratar a un abogado, la única salida fue fraccionar la deuda para evitar juicios interminables. Entre este pago y otros impuestos, desembolsé más de 12.000 euros para recuperar apenas 4.600 euros de la ayuda. Esta situación es sencillamente insostenible para un pequeño empresario.

Durante el verano hubo clientes que habían vivido en Ceuta y querían volver. Otros grupos, como uno de 90 personas de Sevilla, tenían previsto viajar en octubre. Solicité una moratoria para poder gestionarlo. En lugar de facilitar una solución, se me acusó de no presentar documentación y se me sugirió que trasladara las plazas a otras agencias, algo inviable porque solo la agencia adjudicataria puede justificar el bono. Ante la falta de empatía y la imposibilidad de seguir adelantando dinero, renuncié a participar en nuevas convocatorias. Prefiero asumir pérdidas antes que ofrecer un servicio deficiente o dar una mala imagen. Algunos hoteles de la ciudad pueden dar fe de que alojaron a viajeros que vinieron a través de mi agencia porque yo pagué el precio completo.

Quiero dejar claro que mis críticas no van dirigidas a otras agencias. Somos compañeros y nuestro éxito depende de que el sector funcione para todos. La responsabilidad recae en quienes gestionan el programa: reglas claras, plazos realistas, respuestas ágiles y ayudas que no asfixien a quienes quieren contribuir al turismo.

Ceuta tiene un enorme potencial. Los ceutíes somos los primeros interesados en que «Ceuta Emociona» emocione de verdad, no solo en los titulares. Pero sin transparencia, empatía y apoyo real al pequeño comercio, la ilusión se convierte en frustración.

Atentamente,

MHAM – Ceuta Service

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