América Latina y el Caribe registraron el 26 % de los asesinatos de periodistas en el último año, según el informe anual de Reporteros sin Fronteras (RSF). La organización documentó 18 de los 67 casos a nivel mundial ocurridos entre el 1 de diciembre de 2024 y la misma fecha de 2025, posicionando a la región como una de las áreas más riesgosas para el periodismo.
México se ubicó como el segundo país más peligroso para los periodistas, desplazado únicamente por Gaza, con nueve homicidios reportados. Entre las víctimas mexicanas destacan Calletano de Jesús Guerrero, Kristian Uriel Martínez Zavala, Raúl Irán Villarreal Belmont y Salomón Ordoñez Miranda, entre otros. RSF atribuye principalmente estos ataques a la violencia generada por el crimen organizado y calificó el 2025 como «el año más letal» para la profesión periodística en México en al menos tres años.
Otros países de la región que reportaron asesinatos de periodistas incluyen Ecuador, Haití, Perú, Colombia, Guatemala y Honduras. Asimismo, América Latina concentra 40 de los 135 casos de periodistas desaparecidos en el mundo, varios de ellos desde hace décadas. México también ocupa el segundo puesto a nivel global en desapariciones de periodistas, con 28 casos consignados.
En cuanto a detenciones, ocho de los 503 periodistas encarcelados en el mundo están en América Latina, principalmente en Venezuela, Guatemala y Nicaragua. Además, México informó un secuestro reciente, el de Alan García Aguilar.
El informe también resalta un aumento en la represión y el acoso hacia periodistas en varios países de la región. En Ecuador, al menos 55 periodistas fueron agredidos mientras cubrían manifestaciones por el incremento en el precio del diésel. En El Salvador, quinze periodistas están actualmente exiliados debido a una ola de represión que, según RSF, ha restringido la libertad de prensa desde mayo de 2025 bajo el gobierno de Nayib Bukele.
RSF advirtió que la violencia contra periodistas en México y su expansión a otros países latinoamericanos puede describirse como una “mexicanización” del riesgo en la región, con el crimen organizado e impunidad como factores centrales que amenazan el trabajo informativo y la libertad de prensa.



